Page 233 - Perú indígena y virreinal
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  La vida cotidiana GLORIA ESPINOSA SPÍNOLA
La originalidad del arte virreinal peruano tiene en el ámbito de lo coti- diano y lo privado uno de sus capítulos más significativos y complejos porque nos muestra, por medio de su riqueza material, tipológica y técni- ca, los productos artísticos de la nueva sociedad americana, que ya no res- ponden a parámetros europeos ni prehispánicos, sino a su propio mesti- zaje cultural. Nos hablan, por tanto, de cómo las técnicas y oficios indígenas se mantuvieron al tiempo que se enriquecieron con la aporta- ción hispana y europea, del papel de los artistas locales en el desarrollo de todos los campos del arte, de cómo los gustos y conceptos de la cultura dominante se imponen o diluyen en las creaciones, o cómo se redefinen simbólica y funcionalmente objetos de la tradición prehispánica mientras que surgen nuevas tipologías fruto del sincretismo cultural.
El imaginario indígena pervivió en una serie de piezas que gozaban de prestigio en época prehispánica, tales como los vasos ceremoniales —aquillas, realizadas en oro o plata, y queros, su equivalente en madera—, la cerámica y las artes textiles, debido bien a su contenido ritual, e incluso mágico, bien por su valor económico dentro de las comunidades locales. En estos objetos persisten los coloridos y diseños geométricos caracterís- ticos del vocabulario ornamental autóctono, muchos de ellos con un fuer- te contenido simbólico, pero en los que progresivamente se incorporan motivos figurativos procedentes de la cultura europea.
Este es el caso de los tejidos, que continuaron poseyendo el valor de moneda que tenían en el mundo incaico, así como su carácter distinti- vo de la afiliación social y de la identidad sexual de las personas. Entre las vestimentas tradicionales destacaron los ponchos para los hombres y las faldas largas y mantas para las mujeres. En esta regulación del traje, un lugar excepcional lo constituye el de las llamadas «tapadas», mujeres que se cubrían todo el rostro salvo uno de sus ojos, por lo que era muy difícil identificarlas cuando paseaban por las calles. El anonimato y libertad que proporcionó a la mujer esta moda fue reiteradamente prohibido por las autoridades, que veían en este hábito un claro atentado a la honestidad e integridad femeninas, hasta el punto de convertir a estas tapadas en el pro- totipo de casquivana que pululaba por las calles de Lima.
Igualmente, otros aspectos de la vida cotidiana prehispánica se man- tuvieron durante la época virreinal, como es el caso de aquellos ligados con las pautas alimenticias y al consumo de bebidas y otras sustancias, y que generaron toda una serie de piezas, algunas exclusivas de Perú. Un
ejemplo son aquellas relacionadas con la ingesta de mate y coca, hierba esta última que si bien durante el período prehispánico estaba reservada a la familia real y caciques, durante el virreinato se extendió a distintos esta- mentos sociales, gracias a su poder estimulante. Para el almacenamiento y la elaboración de este mate se labraron objetos tales como las yerberas o las coqueras, calentadores de agua llamados «pavas-hornillos», y mates con sus bombillas; de todos ellos se conservan magníficos ejemplares rea- lizados en plata.
También hay que mencionar dentro del capítulo de la orfebrería perua- na diversas piezas del ajuar doméstico específico de las clases dominan- tes, como las destinadas al servicio de mesa —bandejas, cazos, platos, tazas, cafeteras, chocolateras o soperas— u otras dedicadas a diferentes usos domésticos o de ornamentación de interiores —tales como faroles, candeleros, braseros o sahumadores— que muestran el elevado nivel adquisitivo de estas elites y su gusto por el lujo y la ostentación. Similares planteamientos dominan la producción de otras tipologías, entre las que merecerían especial atención las relacionadas bien con actividades recrea- tivas como los preciosos y delicados estribos para señoras y niñas de las cabalgaduras, bien con festejos y actos lúdicos como las varas de baile o aquellos otros símbolos de poder y prestigio, entre los que destacarían los bastones de mando de la nobleza indígena.
El mobiliario completaría la funcionalidad y decoración de los distintos ámbitos de la casa virreinal, con tipologías características del menaje euro- peo —baúles, espejos, bargueños y aparadores—, en las que los motivos ornamentales del vocabulario artístico hispano acabaran contaminados por otros originarios del Perú, así como por el gusto por una decoración intensiva y abigarrada propia del ideario artístico autóctono.
Este panorama general se completa con diversas manifestaciones que se enmarcan dentro la religiosidad popular y las devociones domés- ticas, como es el caso de pinturas, esculturas y retablos portátiles; muchas de estas piezas estaban realizadas en madera policromada y estuco, pero también en pasta y tela encolada o en piedra de Huaman- ga, estos últimos materiales y técnicas autóctonos. Son obras que trans- forman sus valores funcionales y contenidos simbólicos a lo largo del virreinato, con versiones sincréticas en las que las imágenes de culto y advocaciones religiosas cristianas se enriquecen con símbolos, persona- jes y costumbres locales.
[ 240 ] CATÁLOGO. PERÍODO VIRREINAL

























































































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