Page 127 - Perú indígena y virreinal
P. 127

  la época chavín [1500-500 a. c.] ALICIA ALONSO
Los hombres y mujeres andinos comenzaron su historia muchos siglos antes de la aparición de la cultura chavín. Su andadura entre valles, cerros y ríos les fue llevando a un conocimiento del espacio circundante y de las posibilidades que éste les brindaba. Los dioses, que tantas dificultades habían volcado en estas tierras —terremotos, inundaciones, desiertos, alti- tudes máximas—, también les ofrecieron sus regalos: el maíz, el algodón, la papa, la llama o el mar. La domesticación de todos ellos hizo que poco a poco las gentes fueran controlando su entorno, aprendieran a conocer la fecundidad de las tierras o el pastoreo de las llamas, posibilitando así la vida en cada uno de los diferentes ecosistemas andinos.
Situado a 3.177 metros sobre el nivel del mar, en plena sierra andina del departamento de Ancash, la aparición de Chavín que tanto se confunde con el mito, estaba ya anunciada a finales del período precerámico. Desde su descubrimiento por Max Hule a principios del siglo XX, la grandeza de sus ruinas arquitectónicas dejó claro que se trataba de un foco cultural importante y todo un reto para los estudios arqueológicos posteriores.
Su localización entre dos ríos, el Huachecsa y el Mosna, le otorga un lugar de privilegio para controlar la zona, ya que este último, afluente del Marañón, lo comunica directamente con la gran cuenca amazónica.
Sus orígenes son todavía hoy confusos y no es extraño que los investi- gadores debatan sobre su procedencia costera y amazónica. Entre sus rui- nas, podemos apreciar cómo la arquitectura de este «centro de poder» se caracteriza por la aportación de toda una serie de elementos que se repe- tirán en distintos lugares de los Andes peruanos como: la arquitectura en piedra con decoración exterior, las plazas rehundidas para la celebración del ritual o la estructura laberíntica en el interior de los edificios denomi- nados «templo viejo» y «templo nuevo».
El arte chavín aparece como un estilo de representación claramente identificado con esta cultura. La piedra es su material preferente y el resto de las materias primas utilizadas como la cerámica, el hueso, el tejido o la madera, son trabajadas con técnicas que de alguna forma recuerdan siem- pre su vinculación con las tallas líticas. Los claroscuros conseguidos en las vasijas cerámicas aparecen como verdaderos rebajes de la superficie, y el acabado de las mismas, por su pulido y bruñido, recuerdan en muchos de los casos a la propia piedra. Es una técnica de representación plana, don- de las figuras han sido delimitadas con sus rasgos característicos.
Chavín también se convierte en el transmisor de toda una ideología de poder: el Lanzón, el Obelisco Tello y la Estela Raimondi son tres de los
mejores ejemplos del arte al servicio de las elites. El Lanzón representa la forma de un ser humano con atributos de jaguar, su importancia es indis- cutible, ya que todo el arte chavinoide repite constantemente este tótem emblemático, que será reproducido tanto de forma naturalista como por alguno de sus rasgos más representativos: garras, colmillos, manchas de la piel u ojos, aparecen como símbolos de su fuerza y destreza, y los pro- pios sacerdotes que decoran las placas líticas del templo aparecen con estos atributos.
Pero para este período, en la costa norte, los antiguos asentamientos habían dado paso a grupos sedentarios mejor organizados, con un gran control de las aguas y de los terrenos agrícolas. Culturas arqueológicas como los cupisnique o los virú, sentaron las bases de los grandes señorí- os mochicas posteriores.
La cultura virú o gallinazo recibe el nombre del mismo valle donde fue ubicada. Los restos arqueológicos ofrecen ya evidencias de plataformas, montículos y enterramientos que confirman la presencia de una estructu- ra social muy jerarquizada. Las ofrendas a los antepasados nos confirman la utilización de los metales según tradiciones que podemos encontrar en los Andes septentrionales, y la cerámica ritual aparece como la gran infor- mante de los acontecimientos que lo rodean y, a pesar de sus represen- taciones ingenuas, consigue transmitir la imagen de sus edificaciones, el aspecto de sus gobernantes con grandes orejeras, deformación craneal y atuendos de guerreros, así como los animales y plantas de su entorno. La técnica negativa en blanco y negro es uno de sus logros más representa- tivos. La tumba del Gran Señor de Virú, descubierta en 1946 en Huaca de la Cruz, pone al descubierto la práctica de «ritos de necropompa», donde al difunto se le acompaña de familiares y sirvientes para el más allá.
La cultura cupisnique se encuentra localizada entre los valles de Virú y Lambayeque, siendo uno de los lugares más significativos la «Huaca de los Reyes» donde, al igual que la vicús, encontramos las evidencias de una arquitectura monumental, utilización de metales y una cerámica que la sitúa claramente como antecesora de la mochica. La figura humana adquie- re también una gran importancia, pero entre el resto de las representacio- nes de animales, plantas, construcciones, etcétera, encontramos una gran presencia del felino, lo que ha hecho que se la identifique en numerosas ocasiones como el «Chavín costero». La relación entre costa y sierra para este momento está claramente confirmada, convirtiendo este Horizonte Temprano en uno de los períodos más interesantes de la cultura andina.
[ 134 ] CATÁLOGO. PERÍODO INDÍGENA























































































   125   126   127   128   129