Page 61 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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Son frecuentes las anotaciones del diario en las que recoge, después de una jornada cargada de trabajo y de preocupaciones, las salidas vespertinas de Madrid. A veces no se trata de salidas fuera de Madrid, a los pueblos cerca- nos, sino de paseos por las calles de la ciudad, las mismas calles por las que había paseado solo, cuando era un particular desconocido, como en aquella tarde del 2 de mayo de 1927: “Hoy está Madrid muy bello. Gruesas nubes bajas, pardas, henchidas de agua, desgarrones azules. Bocanadas húmedas. Los árboles frescos, esponjosos. Es agradable callejear”.
Azaña siente especial pasión por el monte de El Pardo. A él se debe que no se urbanizara una gran parte de su superficie, como se debe la integridad del Campo del Moro.
Azaña quiso convertir Madrid en una ciudad digna de la República. En esa ambición coincidió con el gran arquitecto Secundino Zuazo. Pero de aquella gran ambición solo resultaron dos decretos. El primero fue el Decreto de 10 de noviembre de 1932, creando la Comisión encargada de estudiar el proyecto de enlace ferroviario en Madrid. El segundo decreto fue el de 13 de diciembre de 1932, que creaba el Gabinete Técnico de Accesos y Extrarradio de Madrid.
La única intervención de Azaña en el Congreso que se refiere a Madrid tiene lugar el 8 de septiembre de 19324. Azaña es presidente del Gobierno. Se había presentado una proposición de ley por la que se concedía una subvención al Ayuntamiento de Madrid.
La intervención de Azaña pone de manifiesto ese aspecto de la ciudad que tanto le preocupaba, que era la capitalidad:
Hay también otro interés que no consiste solo en proporcionar al Ayun- tamiento de Madrid un éxito en la gestión de los intereses locales, sino un interés político de orden nacional en cuanto afecta al carácter de capita- lidad de Madrid. Yo tengo una idea de Madrid bastante antigua. Y es que Madrid, a quien todos amamos y todos vejamos un poco, si con todos sus defectos no nos satisface, es porque pensamos que si Madrid no existiera sería preciso inventar –digámoslo así– la capital federal de la República española, ya que Madrid es el centro donde convergen todas las regiones españolas y todos los intereses nacionales y donde están en presencia personal los representantes y viajeros, políticos y no políticos, de toda España; donde vienen a concentrarse todos los sentimientos de la Nación y donde surgen y rebotan a todos los ámbitos de la Península las ideas, saturadas y depuradas por la vida madrileña en todos sus aspectos.
Y a este deseo que tenemos de que Madrid responda a su nombre de capital de la República y de elevarlo a aquella grandeza que queremos dar a la República española, obedece el que soñemos que Madrid, no como interés local y municipal, sino como interés nacional y de repre- sentación de la República, tenga aquel esplendor a que nosotros, en
4 Azaña, Manuel, Discursos parla- mentarios; textos parlamentarios clá- sicos, edición y estudio preliminar de Javier Paniagua Fuentes, Madrid, Congreso de los Diputados, 1992, p. 388.
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Antonio Pau