Page 239 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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La cuestión, en efecto, era mucho más compleja. Azaña era consciente de que España carecía de medios materiales para afrontar una política de gran estilo, de que su ejército estaba obsoleto, de que las defensas estaban por hacer, de que había problemas mucho más urgentes y de que España no tenía nada que ganar y sí mucho que perder en las procelosas aguas de la política mundial. Le preocupaba además el tercer factor: Italia, imprescin- dible para la salvaguarda de los intereses seculares de España. La baza tra- dicional de España en la política internacional, al margen de su prestigio como vieja potencia histórica retirada del negocio, frase que a Madariaga le gustaba repetir, era su posición geoestratégica, especialmente en el Medite- rráneo occidental, y aquí no se podía hacer nada sin “contar con Italia”, por mucha que fuera la distancia, que lo era, con su régimen político5.
No iba descaminado Azaña, porque en aquel momento las Baleares habían pasado a primer plano en el contexto internacional. Las obras de dragado del puerto de Mahón apenas habían empezado y la obsesión de Mussolini por el Mare Nostrum las había puesto claramente en la diana6. No en vano,
5 Lo que Azaña pensaba, en Egido León, Ángeles, Manuel Azaña. Entre el mito y la leyenda, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1998, especial- mente pp. 235-268. Un análisis por- menorizado de sus anotaciones en relación con la visita de Herriot, en “A propósito de los nuevos cuader- nos. Algunas reflexiones sobre el pensamiento político internacional de Manuel Azaña”, Bulletin d’His- toire Contemporaine de l’Espagne, Aix-en-Provence, Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), 28-29, diciembre de 1998-junio de 1999, pp. 303-324.
6 El libro de Heiberg, Morten, Empe- radores del Mediterráneo: Franco, Mussolini y la Guerra Civil española, Barcelona, Crítica, 2003, no deja lugar a dudas a este respecto.
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