Page 113 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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mentarios, legales, y no desde la revolución, pero en asociación con las as- piraciones republicanas socialistas, y no en un acercamiento al liberalismo dinástico.
La importancia de esto consiste, como decía antes –señaló Azaña–, en que el reformismo que es un partido radical y socialista, no se escuda en el mito de la revolución, especie de trinchera que muchos abren para disparar detrás de ella armas cargadas con pólvora sola. Nosotros aspi- ramos al poder; nosotros aspiramos a apoderarnos de los resortes del Gobierno para convertirlo en instrumento de nuestras ideas, y en ele- mento destructor del reaccionarismo español5.
En Azaña vemos un reformista comprometido con los ideales y propuestas políticas del partido, que participó en sus mítines, conferencias y banque- tes, y que desde una imaginaria o real izquierda de aquel impulsó cuantas iniciativas se desarrollaron en su entorno: el “Prospecto de la Liga de Edu- cación Política Española”, que circuló desde octubre de 1913 y firmaron Ortega, Azaña, Fernando de los Ríos, Leopoldo Palacios, Manuel García Morente y Constancio Bernaldo de Quirós, entre otros; que mostró su disposición a concurrir como candidato a las elecciones de marzo de 1914, a las que finalmente renuncia a presentarse ante su rival y pariente, Atilano Casado Moreno. Años después, en 1918 y 1923, se presentó como candi- dato reformista por Puente del Arzobispo, con resultado negativo a sus aspiraciones de convertirse en diputado. A la altura de 1914, y en los meses previos a la guerra mundial, Azaña formaba parte de un grupo selecto que, sin ser catedrático, senador o diputado, participaba de forma activa en las distintas iniciativas del partido, daba conferencias y mítines y participaba en la primera asamblea nacional celebrada en abril de 19146.
En los inicios de la Primera Guerra Mundial el proyecto reformista estaba en plena ejecución, había proclamado la accidentalidad de las formas de gobierno, incorporado a los sectores de la nueva intelectualidad liberal, y confiaba en que la Corona facilitara su efectiva incorporación al sistema para democratizarlo desde el propio régimen monárquico. Esa confianza dominó el ánimo de Melquíades Álvarez ya en plena guerra mundial y dejó al descubierto la naturaleza posibilista del proyecto, pero también sus limi- taciones evidentes. En el plazo de poco más de tres años el potencial reno- vador del reformismo empezó a dar muestras de fragilidad. No disponía de una estructura de partido solvente en todo el país, su fuerza descansaba en el prestigio de la nueva generación de intelectuales, pero su capacidad efec- tiva de forzar al sistema a su renovación chocaba con la voluntad del rey y la capacidad que sus partidos afines mostraron para neutralizar la propues- ta reformista.
Cuando en 1915 Melquíades Álvarez estimula un acercamiento a Roma- nones y al Partido Liberal, muchos reformistas –Ortega y Azaña, entre
5 Azaña, Manuel, “En el Polistilo”, 1 de diciembre de 1913, OC, vol. 1, p. 217.
6 Juliá, Santos, Vida y tiempo de Ma- nuel Azaña (1880-1940), Madrid, Taurus, 2008, p. 122.
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