Page 319 - Goya y el mundo moderno
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Textos español
La cultura, corazón de Europa
Jean Monnet, el padre de la Europa unida, aseguró que si tuviera que vol- ver a iniciar el proceso de unión de las naciones europeas comenzaría por la Cultura. El paso del tiempo no ha he- cho más que consolidar la idea de que la Cultura constituye el corazón del proyecto de la Unión Europea, porque si en algo se fundamenta ese gran país que queremos que sea Europa es en la existencia de una identidad cultural compartida por todos los ciudadanos y ciudadanas del mismo.
La Cultura atesora lo que somos hoy y lo que seremos mañana, pero tam- bién la memoria de la tan apasionante como a veces terrible historia europea. Resultado de siglos de mestizajes, de enfrentamientos y encuentros, nuestra cultura permite un proyecto histórico en el que ser nosotros mismos es sen- tirnos parte de los otros, un proyecto sin localismos, pero también enrique- cido de matices y múltiples puntos de vista.
La política cultural pública europea nos ha proporcionado un modelo ide- al capaz de asumir la complejidad de los fenómenos culturales, gestionando la riqueza que aporta su diversidad. Un modelo en el que se combina el prota- gonismo de lo público con la iniciati- va privada, y en el que se tiene en cuen- ta la importancia económica de la Cul- tura en cuanto incide sobre la sociedad. El consenso económico y la cohesión social son elementos esenciales de la Unión Europea. Sin embargo, no hu- biera tenido sentido ni, probablemen- te, hubiera cosechado tan excelentes resultados, de no fundamentarse en el compromiso sobre nuestros valores compartidos, que se han ido configu- rando en el pensamiento y la creación, y transmitiendo a través de las dife- rentes culturas europeas. La intuición de Monnet excede lo que él mismo pre- dijo. Sin duda, el éxito ante los gran- des retos que nos enfrentan al futuro está en el trabajo intelectual, en la in- novación, el conocimiento, en las opor-
tunidades que proporcionan nuestras lenguas, en los recursos que nos ofre- ce nuestra creatividad, lo que se ha vis- to incrementado por las tecnologías di- gitales.
Homero, Dante, Shakespeare, Bach, Platón, Velázquez, Goethe, Monet, Pessoa, Camus, Kafka, Virginia Wo- olf, Beethoven, Chaplin, María Callas, Magritte, Sándor Márai, Coco Chanel, Lorca, Bergman, Balenciaga o María Casares, son parte irrenunciable de la gran nación europea. Ellos, como tan- tos otros, han sabido explicar y trans- formar en belleza la condición del ser humano más allá de la frágil línea que establece una frontera, dándole fuerza y raíz a ese sentimiento común que lla- mamos «Europa».
Para España, la Cultura es el elemen- to central inspirador de nuestro desa- rrollo como pueblo, que ha tenido siempre Europa en el horizonte. Des- de Andrés Laguna hasta Buñuel, des- de Cervantes hasta Picasso, los crea- dores españoles más universales han hecho de Europa su interlocutor natu- ral, su objetivo, su promesa. España ha aportado a la cultura europea nom- bres, ideas, actitudes y una lengua co- mo el español, ejemplo de activo cul- tural que multiplica la presencia de Es- paña y, por consiguiente, de Europa, en todo el mundo.
Por eso, la Cultura tendrá un papel esencial en este semestre en el que Es- paña ostentará la Presidencia Europea, con un amplio programa de activida- des en el que se darán cita todas las ma- nifestaciones artísticas, tanto dentro co- mo fuera de nuestro país. Este Progra- ma, equilibrado encuentro entre tradi- ción y fomento de la creatividad más viva, esa que construye patrimonio en el tiempo, ofrece una visión compleja e intensa de la Cultura que palpita en Eu- ropa, sin olvidar nuestros vínculos con otras geografías que, a lo largo de la Historia, los españoles hemos contri- buido a acercar a los europeos.
La profundidad de las relaciones cul- turales europeas nos lleva a decir, sin
temor a equivocarnos, que si existe lo que Husserl llamara la «forma espiri- tual» de Europa, es decir, su capacidad para no ser sólo una mera yuxtaposi- ción de naciones, sino el germen de un «nuevo espíritu», tal espíritu, sinóni- mo de democracia, respeto y excelen- cia, tiene en la Cultura su más clara ex- presión.
José Luis Rodríguez Zapatero
Presidente del Gobierno de España
Goya y el mundo moderno
A lo largo de la historia del arte se han realizado multitud de retratos, escenas que representan la vida cotidiana, tam- bién la violencia, escenas cómicas y grotescas. La originalidad de Francis- co Goya no radica tanto en la eventual novedad de sus temas cuanto en el pun- to de vista que adopta al pintarlos. Los retratos, aunque sean de personajes con aparato y dignidad, lo son de personas sometidas al paso del tiempo: podemos hablar ahora, en sentido estricto, de construcción de la subjetividad. La vi- da de todos los días se concreta en per- files que, si en ocasiones son pintores- cos y caprichosos, no por ello dejan de ser dramáticos, incluso siniestros y fan- tásticos, también violentos. Personajes cómicos, escenas grotescas, disparata- das, en muchas ocasiones aspectos de la vida cotidiana, anuncian el sentido de lo cómico y caricaturesco que defi- nirá después Charles Baudelaire: no por deformes son menos ciertos estos personajes, lugares y acciones. La vio- lencia es uno de los ejes que definen al mundo moderno, no porque no la ha- ya habido antes sino porque nunca tu- vo tal intensidad ni se encontró con tantas dificultades para legitimarse: lo atroz de la violencia moderna no per- mite recurrir a grandes ideas, valores o banderas para justificar a los perpe- tradores, el punto de vista de las vícti- mas se ha situado en el centro, y ése es el punto de vista de Goya en sus De- sastres de la guerra (1810-1815). Goya lo pintó, dibujo y grabó todo, na-
da escapa a su mirada. Es cierto que hizo muchas obras por encargo –lo contrario hubiera sido impensable en un pintor en el paso de los siglos XVIII a XIX–, otras por gusto personal, mas ni siquiera las que hizo por encargo es- capan a esa curiosidad que incita a bus- car/pintar la verdad: los retratos pala- ciegos, todavía el encargo más impor- tante para un pintor de la época, cons- tituyen el mejor testimonio de esa pre- ocupación. Pintar el mundo feliz que proyectó el pensamiento ilustrado, pe- ro también las sombras que lo acom- pañan, y que todavía lo acompañan, ha sido el propósito de Goya y consti- tuye la marca de su modernidad.
Las sombras han llegado a adquirir tal densidad que han originado la defor- midad del disparate y de lo grotesco, el mundo de la noche, pero también han suscitado la exasperación y el gri- to ante lo que no puede aguantarse o tolerarse. Para pintar ese grito, uno de los ejes propios de la trama del arte y la cultura modernos, los artistas han recurrido muchas veces al gesto pictó- rico de su pincelada. No lo ocultan, se percibe en sus cuadros, en las mani- festaciones expresivas de la subjetivi- dad, el grito es el rasgo de la deforma- ción grotesca y del disparate, la pre- sentación visual de la violencia extre- ma. El grito deforma los rostros de las madres picassianas de 1937 y de las mujeres de Julio González, la Montse- rrat, en plena guerra civil española. El grito muerto está en las bocas abiertas de los personajes de Music, cadáveres amontonados que recuerdan a los De- sastres goyescos, está en la boca de los fusilados en las imágenes de Guttuso y Vedova, que tanto recuerdan los Fusi- lamientos de Goya, y está también, do- minando las imágenes, en las obras de los expresionistas estadounidenses, en las de Millares, Saura, Anselm Kiefer, Appel, Jorn.
Hemos dividido esta exposición en cin- co secciones procurando destacar el punto de partida que en Goya tienen ta- les ámbitos, las mediaciones y desarro-
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