Page 112 - Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios
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En la Plaza de Cataluña, frente a la Maison Dorée, había una tribuna portátil cubierta por delante por la bandera catalana. Sobre la tribuna disertaba un orador y un grupo numeroso escuchaba en silencio.
—Vámonos a otra parte —dije. Pero Teresa no quiso.
—Nunca he visto un mitin. Acerquémonos. —¿Y si hay alboroto? —dije yo.
—No pasará nada —dijo ella.
Nos aproximamos. Apenas si se oían las palabras del orador desde aquella distancia, pero, debido a su ventajosa posición sobre la tribuna, todos podíamos seguir sus gestos vehementes. Algo creí entender sobre la lengua catalana y la tradició cultural i demo- cràtica y también sobre la desídia voluntària i organitzada des del centre o pel centre, frases fragmentadas y aplausos y tras ellos frases que se diluían en el ronroneo de los comentarios, gritos de molt bé! y el inicio deslavazado y arrítmico de «Els segadors».
La verdad sobre el caso Savolta
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