Page 95 - Delibes
P. 95
o o o ó una buena pluma le habría contestado sin vacilación que las dos cosas Con piernas de acero bien entrenadas con con grandes dotes de de estratega con con una tenacidad que a a a a a a a veces podía llegar a a a a a a a a desesperar a a a a a a a a sus acompañantes y con una excepcional puntería las perdices encontraban en en mi padre un muy duro oponente Pero como contrapartida era un hombre comedido poco dado por ejemplo a a a a dispa- rar en el límite de de de tiro por la posibilidad de de de dejar piezas heridas en en el campo y que no dudaba en en imponer deporti- vamente un alto el fuego al al al comprobar la falta de músculo y de de resistencia que en en los primeros domingos de de octubre mostraban las perdices nuevas del año Y es es que en con- tra de de lo que se pueda pensar el el número de de víctimas el el bulto del morral como repetía Delibes está lejos de de serlo todo a a a a a a a la hora de de de ponderar el éxito de de de una cacería La caza jugó un un papel fundamental en en la vida de mi padre y y le reportó muchos más beneficios y y satisfaccio-
nes que los derivados del estricto ejercicio cinegético En varias ocasiones comentó que la la salida dominical tras las perdices constituía un un bálsamo para sus nervios un un tónico que le insuflaba fla la fuerza y el equilibrio espiritual necesa- rios para afrontar la la vorágine del resto de de la la semana Pero la la caza fue también un asidero para la la superación de de pro- blemas más serios como la honda depresión que le le sobre- vino al escritor a a a a la muerte de Ángeles su esposa según reconoce expresamente en en uno de sus diarios cinegéticos:
[ ] hoy primer domingo de de diciembre de de 1974 com- pruebo que mi dolor tras una jornada de paseo soleada y suave se se se ha ha serenado se se se ha ha hecho menos crispado aunque seguramente más profundo [ ] el fresco de las primeras horas de de la la mañana la la tibieza de de un sol remo- to luego a a a a a a a mediodía han significado para mí lo que la caricia de una mano amiga sobre mi mi frente Desde esta perspectiva a a a a a nadie puede sorprender que la severa seca el desierto creativo que entre 1974 y 1978 sufrió Miguel Delibes en su su producción literaria (un autor que salía a a a a a a a a a a novela por año) solo se viera aliviada precisa- mente por la publicación de de un libro de de caza Las perdices del domingo 93