Page 75 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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 ESPAÑA Y LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS 73
Carlos IV tuvo que ceder a las pretensiones estadounidenses por el Tratado de San Lorenzo de 1795.
Los artículos preliminares de paz entre Francia y Gran Bretaña, y entre Es- paña y Gran Bretaña se firmaron el 20 de enero de 1783, siendo ratificados el 3 de febrero y el 9 de febrero, respectivamente. Los Tratados definitivos de paz se firma- ron el 3 de septiembre de 178333. España, como las demás potencias, reconoció la independencia de los Estados Unidos. Los franceses y, sobre todo, los españoles habrían preferido contener la nueva república americana al Este de los montes apa- lachianos, y quizás establecer un territorio indio como barrera entre los inquietos estadounidenses y las posesiones españolas, pero no tuvieron opción alguna a nego- ciar sobre su límite occidental una vez que el gobierno británico hubiera cedido a los americanos todo ese territorio trans-apalachiano hasta el Mississippi. Las dispu- tas y negociaciones hispano-estadounidenses quedaban para los años siguientes. La lucha española había sido contra Gran Bretaña, pero al fin, Floridablanca tuvo que rendirse a la evidencia de que tampoco iba a obtener Gibraltar en las negociaciones de paz. Devolvió a Gran Bretaña la isla de Providencia, y confirmó a los británicos la cesión hecha en 1763 de un derecho de cortar palo de campeche en Belice (fijan- do el territorio de tala entre el río Walis (o Belice) y el río Hondo). A cambio, Gran Bretaña reconoció la soberanía española sobre Honduras, además de ceder Menor- ca y las dos Floridas. Al menos a corto plazo, parecía que se había alcanzado el ob- jetivo de debilitar a Gran Bretaña, y las ganancias españolas no eran desdeñables. Sin embargo, todos los asesores de Carlos III tenían conciencia de que la existencia de una potencia soberana en América, si lograba mantener unidos todos sus estados y territorios, representaba un cambio geopolítico radical que afectaría en poco tiem- po y de muchas maneras la política imperial española y las relaciones internaciona- les. Con su habitual agudeza, Aranda predijo que “los Estados Unidos ni serían enemigos de la Gran Bretaña, ni amigos de la Francia”34, y sin duda sospechaba que tampoco serían amigos de España.
30. William Carmichael a Robert R. Livingston, Madrid, 30 de diciembre de 1782, en SPARKS, Jared (editor). Diplomatic Correspondence of
the Revolution; being the letters of Benjamin Franklin, Silas Deane, John Adams, John Jay, Arthur Lee, [...] and others, concerning the foreign relations of the United States during the whole revolution; [...]. Boston: Hale and Gray & Bowen, 1829-1830, volume 9, pp. 149-153.
31. Floridablanca a Aranda, Aranjuez, 17 de mayo de 1782. AHN, Estado, legajo 3885.
32. De hecho, los británicos habían tomado la precaución de incluir en los artículos preliminares con los Estados Unidos un artículo separado secreto (que no fue incluido en el Tratado final), por
el cual se estipulaba que si Gran Bretaña recuperase la posesión de Florida Occidental antes de terminar la guerra o por las negociaciones
de paz, su límite se trazaría hacia
el Este a partir de la confluencia del río Yazoo con el Mississippi, es decir, en los 32o 28’ N. WHARTON, Francis (editor). The Revolutionary Diplomatic Correspondence of the United States. Washington, D.C.: Government Printing Office, 1889, volume 6, pp. 74-77, y SPARKS, 1830, volume 9, p. 461.
33. Además de las obras ya citadas, véase sobre este tema MORRiS, Richard B. The Peacemakers:
The Great Powers and American Independence. New York: Harper & Row, 1965; AlBERT, Peter J.; Ronald HOFFMAN (editors). Peace and the Peacemakers: The Treaty of 1783. Charlottesville: University Press of Virginia, 1986.
34. Aranda a Floridablanca, París, 18 de diciembre de 1782. AHN, Estado, legajo 4062, n. 2355, en YElA UTRillA, 1925, volumen I, p. 477.






















































































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