Page 32 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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 11. BARRiO GOZAlO, Maximiliano. “El Cardenal Alberoni y España. Política religiosa y carrera eclesiástica”. Hispania Sacra (Madrid). 63/127 (2011), pp. 205-234.
los escenarios naturales de la política exterior española durante el siglo XViii en el primero caso, para intentar ganar parte de la presencia perdida y en el segundo, para defender la propia integridad territorial y el dominio nominal ejercido todavía en los mares circundantes.
Respecto a la primera cuestión, el llamado irredentismo mediterráneo dirigido por el parmesano Giulio Alberoni11, generó por parte de España una estrategia con- fusa y falta de coherencia encaminada a obtener algunos territorios en Italia y a re- cuperar Gibraltar. En 1717, con el primer representante de la Dinastía Hannover, Jorge I, instalado en el trono inglés desde 1714, se creó una liga antiespañola integra- da por Gran Bretaña, Francia y las Provincias Unidas de los Países Bajos a la que se sumó en 1718 el emperador austriaco, Carlos VI. La llamada Guerra de la Cuádruple Alianza (1717-1720) termino mal para España pues ni Sicilia ni Cerdeña, fugazmen- te ocupadas por las tropas hispanas, terminaron bajo el control de Felipe V. La diplo- macia española trató de reorientarse tras este revés y buscó un acercamiento con Austria, que todavía no había firmado la paz con España tras el fin de la Guerra de Sucesión. El acercamiento desembocó en el Tratado de Viena (1725) que suponía la cesión de privilegios comerciales al Sacro Imperio Romano Germánico pero aporta- ba pocos beneficios tangibles para España. Aunque el acuerdo fue adornado por su artífice, el barón de Ripperdá (1680-1737), con una extraordinaria campaña de auto- promoción en la que se anunciaban sustanciosos beneficios territoriales y dinásticos para Felipe V derivados de su firma12, en realidad pronto pudo comprobarse que todo eran vanas promesas faltas de solidez. Lo que sí logró la firma del Tratado de Viena fue soliviantar a Inglaterra y Francia que a su vez promovieron la firma del Tratado de Hannover en el propio año 1725. Para entonces sir Robert Walpole (1676-1745) se había convertido en el principal artífice de la política nacional e internacional britá- nica mientras en la Francia de Luis XV (1710-1774), la responsabilidad política estu- vo hasta 1723 en manos del tío del rey, Felipe II de Orleans (1674-1723) y tras su muerte en las del cardenal de Fleury (1653-1743).
En ese contexto de enfrentamiento con Gran Bretaña y con Francia Felipe V decidió en 1727 sitiar Gibraltar13. El fracaso del asedio y la firma del Convenio del Pardo al año siguiente (1728) que significaba volver a los términos de Utrech, demos- traron que la revisión de los contenidos del tratado no era posible si ese objetivo se acometía desde una política de solitarios enfrentamientos militares y de alianzas di- plomáticas débiles.
El nombramiento, por parte de Felipe V de José Patino (1670-1736)14 como se- cretario de Marina e Indias y más tarde también de Hacienda y Guerra, logró reorien- tar las demandas hispanas en los foros diplomáticos internacionales hasta hacer ver al resto de potencias que la obtención de ciertas compensaciones para la Monarquía Es- pañola resultaba vital si se quería conseguir el ansiado equilibrio europeo. Bajo estas
12. LEÓN SANZ, Ma. Virginia. “Acuerdos de la Paz de Viena de 1725 sobre los exiliados de la Guerra
de Sucesión”. Pedralbes: revista
d’ història moderna (Barcelona).
12 (1992), pp. 293-312.
13. GÓMEZ MOllEDA, Dolores.
Gibraltar: una contienda diplomática en el reinado de Felipe V. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1953.
14. BÉTHENCOuRT MASSiEu, Antonio.
Patiño en la política internacional de Felipe V. Valladolid: Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid, Escuela de Historia Moderna del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1954.
CARMEN SANZ AYÁN 30





















































































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